"Tomás San Miguel (piano) y Jorge Pardo (Flauta)"/ Acuarela y tintas. 23x32,5 cms / Festival de Jazz de Boadilla del Monte 2001. Madrid/ Sketch de Alejo Lopomo
Por su interés, dejo un extracto del artículo del fotógrafo Sergio Cabanillas publicado originalmente en las paginas de Tomajazz.
"ARTE Y JAZZ, EL LARGO ABRAZO
¿Lo sientes? ¿Puedes percibirlo? ¿notas cómo se embriagan tus ojos? No te extrañes, porque las pinceladas que descansan entre estas páginas destilan pasión por el Jazz, por sus timbres, su intrínseca potencia creadora, fascinación por su estética, a veces maldita, a veces plena de glamour, pero siempre magnética e inspiradora. Podemos entender la relación entre el Jazz y las artes plásticas como una vía de dos sentidos: el colectivo de artistas que ha encontrado una inagotable inspiración para su trabajo en el Jazz, y los jazzmen que han integrado pintura, fotografía o escultura en sus trabajos, ya sea inspirándose en las obras para componer o bien incorporándolas en los diseños de portada, una disciplina tan amplia y de tal entidad que ya ha sido objeto de múltiples exposiciones en todo el mundo. En el caso de la Fotografía de Jazz, la interacción de fotógrafos y músicos ha creado una iconografía del género sin la cual sería difícil concebir los mitos que esta música ha creado sin su estética asociada, creando un ciclo creativo según el cual muchos fotógrafos nos hemos inspirado en el Jazz, y a posteriori nuestra obra se ha incorporado al trabajo de los músicos en portadas y libretos, completando así un círculo en el que tanto unos como otros hemos crecido y a la vez hemos inspirado y nutrido el trabajo del otro colectivo. En este caso la lista de nombres es tan extensa como uno desee, desde las monumentales obras de William Claxton o William Gottlieb, inmensas tanto por su valor artístico como documental e histórico, o los franceses Didier Ferry e Yves Carrère, creadores de la agencia Mephisto, una referencia imprescindible en la fotografía de jazz moderna, sin olvidar los nombres más cercanos de Javier Nombela, Gerardo Cañellas, Carmen Llusá, José Horna, Thor Castro, Manolo Nebot o los nuevos valores como Juan Carlos Hernández. La pintura tampoco ha sido ajena a la irresistible influencia del Jazz, y de este modo encontramos obras de indudable contenido jazzístico de grandes nombres de la pintura moderna como Henri Matisse (“The cowboy from Jazz” – 1947, o “Icaro-Jazz”, que ilustra la portada de The Majesty of the blues de Wynton Marsalis), Jean Dubufett (“Grand jazz band” – 1944), Archibald J. Motley Jr. (“Above blues” – 1929), o Nicolás de Staël, quien homenajeó a Sidney Bechet con su obra "Les musiciens", pasando por las bellísimas litografías de Raymond Moretti dedicadas al Jazz, sin olvidar al mismísimo Jackson Pollock, con quien el MOMA neoyorkino recopiló un álbum (“Jackson Pollock: Jazz”) con la música que el artista escuchaba mientras pintaba (Jelly Roll Morton, Billie Holiday, Count Basie, Duke...), y cuya obra “White light” ilustra el interior del mítico Free Jazz: a collective improvisation de 1960. Tampoco faltan trabajos de artistas españoles como Antoni Tàpies, nombres asociados a la escena barcelonesa del Club 49 y el Hot Club como Josep Guinovart o Joan Josep Tharrats, los trabajos del bilbaíno García Ergüin inspirados en una visita a Nueva Orleáns, los personales trabajos del sevillano Antonio Naranjo, Alejo Lopomo, Diego Ortega Alonso, o las delicias del valenciano Boro Peris que tan bien conocemos los adictos a Avui Jazz. Por su parte, el Jazz también ha nutrido su estética de pintura o fotografía ajena a la temática jazzística, y el hallazgo de lienzos de pintores como Pablo Picasso (en Picasso, de David Murray en 1995) o Henri Rousseau, amén de los diseños e ilustraciones concebidos a propósito para las portadas, siendo el padre este concepto Alex Steinweiss, director artístico de Columbia Records que concibe la idea en 1939 para hacer más atractivos los antigüos discos de 78 revoluciones. Posteriormente cada sello definirá su propia estética ya sea a través del dibujo o la ilustración (Verve), fotografías y virados a color (Prestige, Riverside, Blue Note o Impulse!), e incluso el minimalismo o la fotografía abstracta sin relación aparente con el Jazz (ECM), generando todo un universo que merece por sí solo volúmenes enteros y cuyas claves tal vez encuentre el lector más adelante entre estas mismas páginas. Sea como fuere, Jazz y Artes plásticas siguen creciendo y realimentándose mutuamente, diversificando y estrechando este largo abrazo que las une desde los albores del Jazz en Nueva Orleáns, en este idilio se escriben –y escribirán en el futuro– capítulos de singular belleza, haciendo de este género una experiencia visual única, además de una vivencia musical inigualable. " © Sergio Cabanillas, 2007. http://www.cabanijazz.com
Por su interés, dejo un extracto del artículo del fotógrafo Sergio Cabanillas publicado originalmente en las paginas de Tomajazz.
"ARTE Y JAZZ, EL LARGO ABRAZO
¿Lo sientes? ¿Puedes percibirlo? ¿notas cómo se embriagan tus ojos? No te extrañes, porque las pinceladas que descansan entre estas páginas destilan pasión por el Jazz, por sus timbres, su intrínseca potencia creadora, fascinación por su estética, a veces maldita, a veces plena de glamour, pero siempre magnética e inspiradora. Podemos entender la relación entre el Jazz y las artes plásticas como una vía de dos sentidos: el colectivo de artistas que ha encontrado una inagotable inspiración para su trabajo en el Jazz, y los jazzmen que han integrado pintura, fotografía o escultura en sus trabajos, ya sea inspirándose en las obras para componer o bien incorporándolas en los diseños de portada, una disciplina tan amplia y de tal entidad que ya ha sido objeto de múltiples exposiciones en todo el mundo. En el caso de la Fotografía de Jazz, la interacción de fotógrafos y músicos ha creado una iconografía del género sin la cual sería difícil concebir los mitos que esta música ha creado sin su estética asociada, creando un ciclo creativo según el cual muchos fotógrafos nos hemos inspirado en el Jazz, y a posteriori nuestra obra se ha incorporado al trabajo de los músicos en portadas y libretos, completando así un círculo en el que tanto unos como otros hemos crecido y a la vez hemos inspirado y nutrido el trabajo del otro colectivo. En este caso la lista de nombres es tan extensa como uno desee, desde las monumentales obras de William Claxton o William Gottlieb, inmensas tanto por su valor artístico como documental e histórico, o los franceses Didier Ferry e Yves Carrère, creadores de la agencia Mephisto, una referencia imprescindible en la fotografía de jazz moderna, sin olvidar los nombres más cercanos de Javier Nombela, Gerardo Cañellas, Carmen Llusá, José Horna, Thor Castro, Manolo Nebot o los nuevos valores como Juan Carlos Hernández. La pintura tampoco ha sido ajena a la irresistible influencia del Jazz, y de este modo encontramos obras de indudable contenido jazzístico de grandes nombres de la pintura moderna como Henri Matisse (“The cowboy from Jazz” – 1947, o “Icaro-Jazz”, que ilustra la portada de The Majesty of the blues de Wynton Marsalis), Jean Dubufett (“Grand jazz band” – 1944), Archibald J. Motley Jr. (“Above blues” – 1929), o Nicolás de Staël, quien homenajeó a Sidney Bechet con su obra "Les musiciens", pasando por las bellísimas litografías de Raymond Moretti dedicadas al Jazz, sin olvidar al mismísimo Jackson Pollock, con quien el MOMA neoyorkino recopiló un álbum (“Jackson Pollock: Jazz”) con la música que el artista escuchaba mientras pintaba (Jelly Roll Morton, Billie Holiday, Count Basie, Duke...), y cuya obra “White light” ilustra el interior del mítico Free Jazz: a collective improvisation de 1960. Tampoco faltan trabajos de artistas españoles como Antoni Tàpies, nombres asociados a la escena barcelonesa del Club 49 y el Hot Club como Josep Guinovart o Joan Josep Tharrats, los trabajos del bilbaíno García Ergüin inspirados en una visita a Nueva Orleáns, los personales trabajos del sevillano Antonio Naranjo, Alejo Lopomo, Diego Ortega Alonso, o las delicias del valenciano Boro Peris que tan bien conocemos los adictos a Avui Jazz. Por su parte, el Jazz también ha nutrido su estética de pintura o fotografía ajena a la temática jazzística, y el hallazgo de lienzos de pintores como Pablo Picasso (en Picasso, de David Murray en 1995) o Henri Rousseau, amén de los diseños e ilustraciones concebidos a propósito para las portadas, siendo el padre este concepto Alex Steinweiss, director artístico de Columbia Records que concibe la idea en 1939 para hacer más atractivos los antigüos discos de 78 revoluciones. Posteriormente cada sello definirá su propia estética ya sea a través del dibujo o la ilustración (Verve), fotografías y virados a color (Prestige, Riverside, Blue Note o Impulse!), e incluso el minimalismo o la fotografía abstracta sin relación aparente con el Jazz (ECM), generando todo un universo que merece por sí solo volúmenes enteros y cuyas claves tal vez encuentre el lector más adelante entre estas mismas páginas. Sea como fuere, Jazz y Artes plásticas siguen creciendo y realimentándose mutuamente, diversificando y estrechando este largo abrazo que las une desde los albores del Jazz en Nueva Orleáns, en este idilio se escriben –y escribirán en el futuro– capítulos de singular belleza, haciendo de este género una experiencia visual única, además de una vivencia musical inigualable. " © Sergio Cabanillas, 2007. http://www.cabanijazz.com
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